What can other people know of the condition of one’s heart? If the enigma of the mystery of life enters the heart, the person knows no peace until it has been solved.

Sant Kirpal Singh

Las piedras angulares


La Corriente de Sonido ofrece indudablemente el camino más seguro para que el hombre llegue de la forma hasta el Sin Forma, pero surge la pregunta: ¿Cómo puede el hombre tener acceso a esa corriente y efectuar así su jornada interna? Los que han avanzado en este sendero siempre sostienen que hay tres condiciones que deben cumplirse antes de tener éxito en esta yoga más genuina.

Satgurú: La primera condición es la de encontrar un Satgurú o verdadero instructor que sea un adepto en esta ciencia mística. Se trata de una autorrealización práctica, no de disertación filosófica o de un sentimiento intuitivo. Si el objetivo fuese la simple teoría, entonces los libros y las escrituras bastarían para nuestro propósito; y si fuera tan sólo cuestión de sensibilidad, entonces cada cual podría confiar en las sugerencias de su propia mente. Pero el problema que ante nosotros se presenta es el de despertar un “sexto” sentido, el de la percepción trascendental directa de visión y audición internas. El que ha nacido ciego y sordo puede, con la ayuda del sistema Braille, aprender a leer al tacto las exposiciones más detalladas de las ricas y variadas experiencias audiovisuales del hombre, pero su estudio nunca podrá darle la experiencia directa; lo más que puede obtener de los libros es la realización de la existencia de un extenso campo de experiencia completamente fuera de su alcance, y esto puede generar en él el impulso de buscar medios que puedan superar sus limitaciones físicas. Solamente un médico o un cirujano expertos pueden curarle (siempre y cuando la enfermedad tenga remedio). Y si cayese en manos de un charlatán, su situación sería peor y más complicada.

De igual manera, el aspirante que busca la maestría espiritual interna, debe buscar la ayuda de uno que haya adquirido dominio del sendero. Todas sus lecturas de las escrituras, todos sus pensamientos puede, en el mejor de los casos, conducirle a una sola conclusión, siempre y cuando sea sensitivo hasta el punto de sentir la necesidad de un Maestro viviente. Sin ese Maestro, ni siquiera puede entender el verdadero sentido de lo revelado en las escrituras. Estas le hablan de experiencias que están más allá de su nivel de experiencia, y aún usando su propio lenguaje pueden solamente hablar en metáforas y parábolas, pues, ¿cómo pueden los discursos del ciego llegar a expresar directamente aquello que se ve? Intentar interpretar la rica herencia espiritual de nuestra literatura religiosa en términos de nuestra limitada experiencia, pudiera conducir a una distorsión del verdadero significado. Podríamos acumular una gran cantidad de sabiduría psicológica, pero perderíamos el significado interno y todas nuestras especulaciones intelectuales nos conducirían tan sólo a interminables contradicciones teológicas de las que tan recargadas están en la actualidad las diferentes religiones institucionales.

Sólo aquél que por sí haya experimentado lo que describen las grandes escrituras, podrá guiarnos hacia su significación verdadera. Pero la tarea de un instructor espiritual no termina ahí. La aclaración del verdadero sentido de la religión no es más que el primer paso. Después de que el aspirante ha comprendido la naturaleza de su objetivo, debe perseguirlo en forma práctica y racional. Saber es una cosa, y hacer es otra cosa muy distinta. La verdadera tarea del Maestro sólo empieza después de que ha explicado al aspirante el objetivo que debe alcanzar. No basta que el médico diagnostique la causa de la enfermedad del ciego, sino que debe además practicar la operación. Así también el guía espiritual, en el momento de la iniciación, da al discípulo una experiencia directa de la Luz y del Sonido internos. Le pone en contacto con la Corriente Divina, ya sea a su más bajo nivel, y le intruye sobre las sadhnas (prácticas espirituals) que debe ejecutar consolidar y desarrollar la experiencia interna en toda su magnitud.

La persona que puede encontrar un instructor de esta calidad, es ciertamente bienaventurada. Pero descubrirlo y ser iniciado por El no es suficiente. El gérmen de experiencia espiritual que El da debe alimentarse y desarrollarse hasta el punto de pleno florecimiento espiritual. Para poder hacer esto, uno debe aceptar todo lo que aprenda y tratar de ponerlo en práctica. Conocer a un hombre así es amarlo, y amarle es seguir sus mandamientos. Hasta el momento en que uno puede amar y obedecer de este modo y así transformar su vida, el don del Gurú permanece como una semilla encerrada en una bóveda de acero, donde no puede brotar y crecer para fructificar.

Sadachar: La necesidad de autodisciplina es lo que convierte a sadachar en la segunda piedra angular del esquema. La palabra “sadachar” no es fácil de traducir. Podemos encontrar muchos equivalentes literales, pero ninguno de ellos expresa verdaderamente su significado extenso y multifacético. En pocas palabras, representa la vida buena y pura. No implica ningún rígido código ni establece fórmulas morales, sino que sugiere pureza y simplicidad que irradian desde adentro y se esparcen hacia afuera impregnando cada acción, cada palabra, cada pensamiento. Tiene tanto que ver con nuestros hábitos personales, buenos e higiénicos, como con nuestra ética individual y social. Y en el aspecto ético se refiere no solamente a las relaciones con nuestros semejantes, sino con todos los seres vivientes, es decir, a la armonía que es el resultado de reconocer que todas las cosas son de la misma Esencia y así un gusano es tan parte de Brahman como el más poderoso de los dioses, Indra.

La primera lección que enseña un verdadero Maestro es la de la “identidad de la substancia”, y aquél que ha captado esta verdad disciplinará su vida de acuerdo a ella. No será presa de deseos desordenados y su única meta será alcanzar el punto inmóvil que encierra en sí todas las acciones, el punto en el que no tener nada es poseerlo todo. Sabrá que el único sendero que lleva al total cumplimiento es el de la renunciación, y que la única forma de llegar hasta el Todopoderoso es liberándose de cualquier otro apego.

Limpia la cámara de tu corazón
para que tu Bienamado pueda entrar.

Tulsi Sahib

Donde no hay nada, ahí está Dios.
W. B. Yeats

Liberado del demonio del deseo, estará liberado del demonio de la ira, que sigue a la frustración del deseo. Liberado de éstos, estará también libre de la codicia, del apego y del orgullo, que no son sino las extensiones del deseo.

La suya sería una vida de desapegos. Pero el desapego no sería para él una vida de indiferencia o de renunciación ascética. Conocer toda la vida es descubrir un nuevo vinculo entre uno mismo y el resto de la creación. El que sabe esto no puede limitarse a ser “indiferente”, tiene por fuerza que estar lleno hasta desbordarse de simpatía por todo aquello que tiene frente a sí, y simpatía hacia el todo debe implicar una cierta indiferencia sagrada hacia la parte. Ya no estará atado a sus estrechos intereses individuales, sino que compartirá su amor y sus recursos con todos. Lenta pero seguramente, desarrollará algo de la compasión del Buda y del amor de Cristo. Ni tampoco se sentirá llamado a dejar el mundo por la soledad de los bosques, de la montaña, o de la caverna del desierto. El desapego debe ser interno y si uno no puede lograrlo en su casa tampoco lo logrará en el bosque. Reconocerá la gran utilidad de retirarse ocasionalmente de los asuntos y cuidados mundanos en el silencio de la meditación y concentración solitaria, pero no tratará de escapar de la vida y de sus responsabilidades. Será un esposo amoroso y un buen padre, pero al ser así no olvidará jamás el propósito final de la vida, sabiendo siempre cómo dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Sabrá que la forma de trascender el deseo no es reprimiéndolo, sino encarándolo y superándolo. Para él, sanyasa no es evasión externa o escapismo, sino libertad interna, una idea que Nanak ha expresado maravillosamente:

Que el contento sea los pendientes de tus orejas;
Y el empeño por lo divino y respeto por el Ser Superior, tu cartera;
Y la meditación constante en El, tus cenizas,
Que la preparación para la muerte sea tu manto,
Y deja que tu cuerpo sea como una vírgen casta,
Que las enseñanzas de tu Maestro sean tu apoyo.

Jap Ji

Las dos virtudes cardinales que cultivará un hombre así serán la caridad y la castidad. Será de gran corazón y generoso, importándole más los sufrimientos ajenos que los propios, y perdonará fácilmente a los que le injurien. Será sencillo y restringido en sus costumbres. Sus necesidades serán pocas y fácilmente satisfechas, porque aquél que tiene demasiados deseos y demasiados apegos, no puede ser puro de corazón. Para él la castidad abarcará hasta renunciar a la carne y a las bebidas alcohólicas. Puesto que toda vida es una, vivir de la carne de otros seres vivientes es como llenarse de suciedad. Y cuando se tiene como meta el alcanzar regiones de conciencia aún más elevadas, el recurrir a narcóticos y a intoxicantes es dar paso al retroceso. No es característica exclusiva de los videntes hindúes el haber hecho de la abstinencia de la carne y de los intoxicantes una parte necesaria de la disciplina espiritual, sino que encontramos referencias similares en el Corán y en la Sagrada Biblia. Así, en los Proverbios encontramos:

No estés con los bebedores de vino;
ni con los comedores de carne.

Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que
tu hermano tropiece, se ofenda o se debilite.

San Pablo

Las viandas para el vientre y el vientre para las viandas;
pero Dios los destruirá a aquél y a ésta. El cuerpo no
es para la fornicación sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo.

San Pablo

Junto con la castidad en la comida y en la bebida va también otra clase de castidad, la que se refiere al sexo. No puede uno eliminar todo deseo sexual, porque la represión sólo puede producir neurosis y preparar el camino para una caída, pero siempre buscará uno sublimarlo. Entenderá que el propósito de la naturaleza en este instinto es el de preservar la raza y lo canalizará para cumplir con ese propósito, sin convertirlo nunca en un fin en sí mismo, en una fuente de placer físico, porque cuando llega a ese punto se convierte en una droga que anestesia el espíritu y empieza a destruir el propósito de procreación de la naturaleza, alentando el invento y el uso de contraceptivos.

En resumen, el aspirante sincero y consciente reorientará todo su modo de vida, en el comer y el beber, en pensar, actuar, sentir, etc. Gradualmente desarraigará de su mente todo deseo inútil e insano, hasta alcanzar poco a poco ese estado de pureza y sencillez que es característico del niño.

En verdad os digo, si no os volvéis y os hacéis como
niños, no entraréis en el reino de los cielos.

San Mateo

Todos los instructores religiosos del mundo han hecho gran hincapié en los valores morales más elevados, los cuales, de hecho, constituyen los cimientos de sus enseñanzas. Un verdadero Maestro insiste siempre en que se lleve un registro de las fallas diarias en pensamiento, palabra y acción, en lo que respecta a la no violencia, veracidad, castidad, amor universal y servicio desinteresado hacia todos, cinco virtudes cardinales que pavimentan el camino de la espiritualidad. Sólo el conocimiento de nuestras fallas puede ayudarnos a eliminarlas y a poner nuestro esfuerzo en la dirección correcta.

Mediante todo este proceso de reintegración, el ejemplo de su Maestro y la experiencia interna que El le proporciona, será su inspiración. La vida de su Maestro será un testamento viviente que le dirigirá hacia el ideal de sadachar, y la experiencia que tenga del Verbo interno será una prueba de la verdad de lo que su Maestro enseña. Sadachar no es una árida disciplina que pueda lograrse siguiendo alguna fórmula establecida. Es una forma de vida, y en tales asuntos sólo puede hablarse de corazón a corazón. Esto es lo que hace al Satsang, o asociación con un verdadero Maestro, tan importante. No solamente sirve como un constante recordatorio de la meta que está ante el buscador, sino que mediante el toque mágico del contacto personal, gradualmente transforma todo su modo de pensar y de sentir. A medida que su corazón y su mente, sometidos a esta benigna influencia, se purifican cada vez más, su vida se centra más completamente en lo divino, es decir, que mientras más realice en la práctica diaria el ideal de sadachar, sus pensamientos ahora dispersos y disipados alcanzarán equilibrio e integración hasta llegar a un punto de enfoque tal, que los velos de la obscuridad interna se quemen hasta convertirse en cenizas y la gloria interna se revele.

Sadhna: Y llegamos ahora a la tercera de las piedras angulares del edificio espiritual, la de sadhna o disciplina espiritual. El tema recurrente de un puran gurú o Maestro Perfecto, es que la vida correcta, a pesar de ser altamente deseable e indispensable, no es un fin en sí misma. El objetivo de la vida es algo interno y distinto; es una ascensión del plano de relatividad y existencia física al del Ser Absoluto. Quien reconozea esto, moldeará su vida de acuerdo a este objetivo, en primer lugar porque ese reconocimiento implica un estado mental que, estando libre del ego y del apego, se expresa en actos virtuosos y creativos; y en segundo lugar, porque sin cultivar ese estado mental y de vida, no se puede alcanzar el equilibrio y la concentración requeridos para la elevación interna.

Así pues, el instructor iluminado hace siempre especial hincapié en la meta trascendental. Enseña que las energías de los aires vitales, pránicas y vigyánicas, no son de la esencia del Atman, sino que tienen su origen en planos inferiores a los del espíritu puro. Aquel que los use como un escalón, puede trascender la conciencia del cuerpo, puede alcanzar los planos en donde se originan, pero no puede ir más allá. Al ser el espíritu similar en todo, los medios para la iluminación espiritual deben asimismo estar al alcance de todos. Pero como ya se ha visto, esas formas de yoga que se basan en los pranas o en jnana, tienen exigencias especiales que no todos pueden satisfacer. Los sistemas prácticos están fuera del alcance de los ancianos y de los niños y también de los que sufren desórdenes digestivos o respiratorios. El sendero de jnana presupone capacidades mentales e intelectuales que la naturaleza sólo concede a unos pocos. Si estos medios fueran en realidad los que de un modo natural están a nuestro alcance, entonces la conclusión lógica sería que la naturaleza es muy parcial en sus bendiciones, estableciendo discriminación entre un hombre y otro. ¿Por qué, si el sol brilla para todos y el viento sopla para todos, habrían de estar los tesoros internos solamente al alcance de unos cuantos escogidos? Son también para los letrados y para los iletrados.

Las yogas que son tan discriminatorias en seleccionar a sus practicantes y tan exigentes en su práctica, no pueden ser completamente naturales. El método que enseñan los Maestros de Surat Shabd Yoga es diferente. Como ya se mencionó anteriormente, al buscador se le explica la naturaleza de la creación y el medio de regresar a la fuente inicial de la vida. En el momento de la iniciación se le da una experienica interna directa y se le enseña cómo desarrollarla. El asiento del alma se encuentra detrás y entre las cejas. Esto, por lo menos, lo aceptan todas las yogas. Es a este punto al que se refieren todos los místicos cuando hablan de shiv netra, divya chakshu, tirsa til, brahmrendra, triambka, trilochana, nukta-i-sweda, koh-i-toor, tercer ojo, ojo singular, figurativamente denominado el punto inmóvil, el monte de la transfiguración, etc. En este punto es donde el sadhat, habiendo cerrado los ojos, debe enfocar su atención, pero el esfuerzo en la concentración debe estar carente de esfuerzo, y no debe existir ninguna tensión física ni mental. Para ayudar en este esfuerzo, el instructor da al discípulo un mantra o fórmula verbal cargado, símbolo de la jornada que tiene por delante. Esta fórmula, repetida lentamente y con amor, con la lengua del pensamiento, ayuda al discípulo a concentrar gradualmente sus diseminados pensamientos en un sólo punto. Lo que da poder al mantra no es ninguna magia inherente a las palabras mismas, sino el hecho de que quien lo da, mediante su práctica y dominio de la espiritualidad, lo ha cargado con poder interno. Cuando el aspirante, por medio de la concentración interna y de la repetición mental de las palabras cargadas, ha logrado llevar su mirada interna hasta un punto fijo y la mantiene ahí, se da cuenta que la obscuridad interna que había encontrado al principio empieza a iluminarse gradualmente con puntos cambiantes de luz. A medida que aumenta su capacidad de concentración, las luces dejan de moverse y se convierten en un punto único y radiante.

Este proceso de concentración o de reunión de la surat (atención), automáticamente retira las corrientes espirituales que normalmente están diseminadas por todo el cuerpo, hacia el centro espiritual. El simran o repetición del mantra cargado, es una gran ayuda en este proceso; y la percepción de la luz interna que conduce a dhyan o concentración en un sólo punto, apresura aún más el proceso. A su vez cuando dhyan se ha desarrollado al máximo, conduce a bhajan o audición interna. La luz interna emieza a resonar.

Dentro de tí está la Luz y dentro de la Luz el Sonido,
y ellos te mantendrán unido al Verdadero.

Gurbani

Cuando el practicante cierra sus oídos físicos, se absorbe rápidamente en la música. Es una experiencia común que a pesar de que la luz puede llamar la atención de los ojos, no puede sostenerla por mucho tiempo y no tiene en sí propiedad magnética. Pero con la música es diferente. Quien la oye en quietud y silencio se siente, por así decirlo, irresistiblemente atraido hacia otro mundo, a una región de experiencia diferente. De esta manera, el proceso de retiro de las corrientes espirituales que principia con el simran, se estimula con ghyan y se extiende rápidamente con bhajan. Las corrientes espirituales que ya están moviéndose lentamente, van subiendo hasta concentrarse finalmente en el tercer ojo, el asiento del alma. De este modo se logra, con un mínimo de esfuerzo y trabajo, trascender espiritualmente la conciencia física.

Cuando los estudiantes de otras formas de yoga alcanzan el estado de plena transcendencia física, después de haber dominado mediante largas y exigentes prácticas los chacras inferiores, por lo general suponen haber llegado al final de su jornada. El plano interno en el que se encuentran, el reino de sahasrar, simbolizado a menudo por la rueda del sol, el loto, o la rosa multifoliar, es por cierto incomparablemente más bello que cualquier cosa en la tierra, y parece eterno en comparación. Pero cuando el estudiante de la Surat Shabd Yoga logra elevarse por encima de la conciencia del cuerpo, encuentra, sin haberla buscado, la forma radiante de su Maestro que lo espera para recibirlo. En realidad al llegar a este punto es donde se establece la verdadera relación Gurushishya, o preceptor-estudiante. Hasta alcanzar este estado, el Gurú había sido poco más que un preceptor humano, pero ahora se le ve como el divino guía o Gurudev, quien nos muestra el camino interno.

Los pies de mi Maestro se han manifestado en mi frente,
Y todos mis peregrinaciones y tribulaciones han termninado.

Guru Arjan

Con la aparición de la Forma Radiante del Maestro internamente,
Ningún secreto permanece oculto en el vientre del tiempo.

Cristo también habla de la misma manera:

Nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado;
ni oculto, que no haya de saberse.

San Mateo

Bajo la dirección de este guía celestial, el alma aprende a sobreponerse al primer choque de alegría, y se da cuenta de que su meta se encuentra todavía muy lejos. Acompañada por la Forma Radiante y atraída por la Corriente Audible de Vida, atraviesa región tras región, plano tras plano, desprendiéndose de una cubierta tras otra, hasta encontrarse completamete despojada de todo aquello que no es su verdadera naturaleza. De este modo desenmarañda y purificada, pueden finalmente entrar en el reino en donde ve que es de la misma esencia que el Ser Supremo, que el Maestro en Su Forma Radiante y el alma no están separados sino que son uno, y que no hay más que el gran océano de conciencia, de amor, de inefable bienaventuranza. ¿Quién podrá describir el esplendor de este reino?

Sólo el corazón al corazón puede hablar de la bienaventuranza
de los místicos que tienen el conocimiento;
Ningún mensajero puede contarla, ni misiva alguna describirlo.

Hafiz

Cuando la pluma se dispuso a describir esta condición,
Se rompió en pedazos y la página se rasgó.

Místico Persa

Habiendo alcanzado el final de la jornada, el buscador se funde también con el Verbo y entra a formar parte de los liberados. Puede continuar viviendo como cualquier otro hombre en este mundo de seres humanos, pero su espíritu no conoce limitaciones y es tan infinito como Dios mismo. La rueda de la transmigración no puede ya afectarle, y su conciencia no conoce restricción alguna. Al igual que su Maestro antes que él, se ha convertido en un colaborador consciente del Plan Divino. No hace nada por sí mismo, sino que trabaja en nombre de Dios. Si en realidad hay alguien Neh-Karmi (libre de las ataduras de la acción), es él, pues no hay medio más potente hacia la libertad que el Poder del Verbo.

Sólo está libre de la acción aquél que comulga con el Verbo.
Gurbani

Para él, la libertad no es algo que llega después de la muerte; es algo que se logra en la misma vida. El es un liberado en vida; al igual que una flor que exhala su fragancia, él esparce el mensaje de libertad dondequiera que va.

Para aquellos que hayan comulgado con el Verbo, sus fatigas terminarán.
Y sus rostros resplandecerán de gloria.
No sólo ellos alcanzarán la salvación,
Oh Nanak, sino que muchos más encontrarán la libertad con ellos.

Jap Ji

En la práctica misma de la disciplina espiritual, se hace énfasis en el Simran, Dhyan y Bhajan, cada uno de los cuales tiene un papel específico en el desenvolvimiento del ser. El Maestro da el Simran o repetición mental de los nombres cargados, que ayudan a concentrar los descarriados sentidos del practicante, en el punto fijo del alma que se encuentra entre y detrás de las cejas, lugar al que se retiran las corrientes sensorias que ahora están esparcidas en el cuerpo, de la cabeza a los pies, y uno pierde la conciencia de lo físico. Al consumarse con éxito este proceso, por sí mismo conduce a Dhyan o concentración. Dhyan se deriva de la raíz sánscrita dhi, que significa “unir” y “sostener”. Con el ojo interno abierto, el aspirante empieza ahora a ver trémulos resplandores de la luz celestial dentro de sí y esto mantiene fija su atención. Gradualmente la luz se hace más firme en su sadhna pues actúa como un ancla para el alma. Cuando dhyan, o la concentración, llega a ser perfecta, conduce a Bhajan, o sintonización con la música que emerge del centro de la luz sagrada. Esta encantadora melodía tiene una atracción magnética que es irresistible y el alma no puede hacer más que seguirla hasta la fuente espiritual de donde proviene. El alma recibe ayuda de este triple proceso para liberarse de la traba que el cuerpo representa, y se afirma en la irradiación celestial de su Ser (Atman) y es conducida al hogar celestial del Padre.

El proceso íntegro está alimentado por Sat-Naam, el Satgurú y el Satsang, los que, en realidad, son sinónimos para denominar el Poder del Maestro en acción. Sat Naam es el poder del Absoluto movido a compasión y cuando toma cuerpo físico adopta la forma del Maestro (Verbo hecho carne) y opera a través de él por medio del Satsang, tanto interno como externo, lo cual ayuda a los jivas (almas) a madurar para su regeneración. Este Poder actúa simultáneamente en todos los planos, de acuerdo a las necesidades de cada indivíduo; mediante la palabra hablada, como Maestro en forma humana, compartiendo todas las alegrías y penas de los seres humanos; mediante la guía interna, como Gurudeva en su forma astral, luminosa y radiante; y finalmente como Satgurú, un verdadero Maestro de la Verdad.

Hay dos caminos internos: el camino de la luz y el camino del sonido. La Luz sagrada mantiene al alma anclada y absorta, y hasta cierto punto la dirige también; pero el sagrado Verbo la atrae hacia arriba y la transporta de plano en plano a pesar de los muchos obstáculos que hay en el Camino, tales como luces que ciegan o aturden, densa obscuridad, etc., hasta que el alma llega a su destino.

 

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